¿Será que siempre tenemos que salir de nuestra zona de confort? ¿No podemos estar allí aunque sea un rato?- preguntó una amiga en nuestra clase.
“Claro que puedes permanecer en tu zona de confort si tú lo quieres. ¿Acaso es un delito?”- pensé.
El asunto es que siempre estar en una zona cómoda, sin desafíos, puede volverse..
Aburrida.
Monótona.
Gris.
De alguna manera los humanos necesitamos de los desafíos. Ahora bien, hay un error que cometemos las personas que somos muy exigentes con nosotr@s mism@s.
No conocer que fuera de la zona de confort, no solo hay una zona, sino según algunos estudiosos, hay 2: la zona de crecimiento y la zona de pánico.
La zona de crecimiento es positiva, la de pánico, no.
Si te sientes agotada, demasiado abrumada quizás estás en la zona de pánico. De hecho, muchas personas viven en la zona de pánico continuamente y no se dan cuenta hasta que terminan explotando o implotando.
¿Qué hacer?
Conectar con tu cuerpo y sensaciones.
Conectar con tu parte sabia.
Parar y volver a tu zona de crecimiento.
Tus desafíos deben estar alineados a lo que tu valoras y a lo que te es útil.
No todo tiene que costarte hasta que te sangre.
Puedes ir a tu ritmo y crecer. Un poco de incomodidad está bien. Demasiada, no.
No todo tiene que costarte hasta que te sangre.